En su libro titulado, “Evangelism & the Sovereignty of God,” el autor J.I Packer propone que todo creyente que practica la disciplina de la oración cree necesariamente en la soberanía de Dios. Según él, la base de la oración se encuentra en reconocer consciente o inconscientemente que Dios es soberano. Por tanto, el Dr. Packer no considera necesario probarle a un cristiano mediante la argumentación que Dios es soberano. Si un creyente ora es porque reconoce la soberanía de Dios. Pero, ¿qué es la soberanía de Dios? El Dr. A.W. Tozer la definió como “el atributo por el cual El gobierna toda su creación, y para ser soberano, Dios debe ser omnisciente, todopoderoso y absolutamente libre.”
La Soberanía de Dios
Muchos teólogos comparten la idea de Tozer de que la soberanía de Dios es una perfección que se desprende de su naturaleza. Por ejemplo, C.H. Hodge escribió acerca de la soberanía de Dios no como “una propiedad de la naturaleza divina, sino una prerrogativa que surge de las perfecciones del Ser supremo.” De igual manera, en su libro titulado, “The Sovereignty of God,” Arthur W. Pink enseña que la soberanía de Dios caracteriza su Ser completo. En otras palabras, Dios es soberano en todos sus atributos.
Cuando Tozer sugiere que la soberanía de Dios requiere que Él sea “absolutamente libre,” está haciendo referencia a lo que Louis Berkhof describe como la “voluntad libre de Dios.” Básicamente, el que Dios tenga una voluntad libre implica que El “determina voluntariamente qué y a quiénes creará, así como también los tiempos, los lugares y las circunstancias de sus existencias.” La soberanía de Dios implica que el Señor tiene la libertad absoluta de hacer con su creación como a Él le plazca. Inclusive, la voluntad de Dios es tan libre que Él podría haber escogido no crear absolutamente nada, o simplemente crear algo totalmente diferente. En otras palabras, “que Dios es soberano significa que hace según su beneplácito y solo según su beneplácito.”
Algunas personas han sugerido que la soberanía de Dios y la volición humana son dos términos que se excluyen mutuamente. No obstante, la Palabra de Dios los presenta como dos realidades innegables. Dios es soberano y el ser humano es un agente volitivo. Pero, aun la voluntad humana está sujeta a la voluntad libre de Dios. Algunos pasajes conocidos que colocan esta verdad en relieve son Job 11:10; Salmos 115:3; Proverbios 21:1; Isaías 10:15. Claramente, cómo habitan estas dos realidades en perfecta armonía es un misterio para nosotros. Con todo, creemos por fe que cohabitan sin problema alguno porque la Palabra de Dios así lo enseña. “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Dt. 29:29, RVR1960). Según Charles Ryrie, “la soberanía/libertad forma una antinomia (una contradicción entre dos principios de igual valor o entre dos inferencias correctamente extraídas de tales principios).” Las antinomias en la Biblia son simplemente contradicciones aparentes. Es decir, podemos creer en dichas antinomias y aceptarlas por fe. La voluntad soberana de Dios y el libre albedrio caminan de la mano a través de las páginas de la Escritura. De manera que aunque no seamos capaces de comprender su convivencia, la aceptamos por fe.
La Soberanía de Dios en Tiempos de Pandemia
El Covid-19 hizo que calendarios, proyectos, agendas y presupuestos anuales quedaran completamente obsoletos. La inestabilidad de los últimos meses ha dejado a muchas iglesias en una especie de parálisis ministerial. La incertidumbre de cara al futuro hace que la planificación estratégica parezca un ejercicio sin sentido e innecesario. El choque súbito de esta pandemia fue algo que ninguna asociación, convención, denominación o red de iglesias pudo haber previsto en su reunión de negocios del 2019. Este agente invisible atacó de manera repentina sin extenderle a nadie la oportunidad de prepararse.
La doctrina de la soberanía de Dios ha sido fundamental para mantenerme en pie a lo largo de esta crisis. Al igual que a los demás, el Covid-19 me agarró completamente desprevenido. Sin embargo, para un Dios infinito que gobierna Su creación con soberanía absoluta, universal e inmutable, nada de lo acontecido ha sido sorpresivo o aleatorio. Según Wayne Grudem, “nada sucede por que sí; debemos ver la mano de Dios en los acontecimientos durante todo el día, haciendo que todo resulte para bien de los que le aman.”
La soberanía de Dios me ha conducido a ver las oportunidades donde otros podrían ver obstáculos, a encontrarle el sentido a lo que otros considerarían fortuito, a descansar en Su plan soberano en lugar de ceder ante mi sentido de impotencia. Así la soberanía de Dios es aplicable a todos los aspectos de la vida ya que El gobierna hasta el más mínimo detalle (Mt. 10:29). El resultado de confiar en la soberanía de Dios es el descubrimiento de una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Es mi oración que este recurso estimule tus afectos por la Palabra de Dios, sea de edificación para tu alma, te ancle en el conocimiento de la verdad y redunde en tu crecimiento espiritual. Hasta la próxima.
En Cristo,
Winston Williams
Iglesia Biblica Vida Real
Pembroke Pines, Florida
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