Al hablar de la soberanía de Dios, nos referimos al atributo que hace que Él realice cualquier cosa conforme a su santa, inescrutable, independiente, libre, agradable y perfecta voluntad, a fin de cumplir a cabalidad todos sus propósitos divinos. Dios tiene la libertad absoluta para hacer cuanto a Él le plazca. Siendo el Creador y Sustentador de todo lo que existe, Él tiene potestad para hacer de Su creación lo que a Él mejor le parezca. Debido a que Él es el Altísimo, no hay nadie sobre Él a quien tenga que pedir consejo, ni autorización, para hacer algo.
LA SOBERANIA DE DIOS
SOBRE LA NATURALEZACuando Dios le habló a Noé, le dijo: “Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice” (Gn. 7:4). ¿Quién hizo llover? “Yo haré llover”, dijo el Señor. “Él está sentado sobre el círculo de la tierra” y gobierna soberanamente sobre ella (Is. 40:22), incluyendo a la naturaleza. Porque, “¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos, haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre, para saciar la tierra desierta e inculta, y para hacer brotar la tierna hierba?” (Job. 38:25-27). Hasta la lluvia está sometida a la autoridad suprema de Dios.
¿Por qué puede Dios hacer con Su creación lo que bien se le antoje? Por una sencilla razón: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos” (Sal. 24:1-2). “¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: Qué haces?” (Is. 45:9). “Todo lo que hay debajo del cielo es mío” (Job. 41:11b), dice el Señor, “y haré todo lo que quiero” (Is. 46:10).
LA SOBERANIA DE DIOS SOBRE
LAS AUTORIDADES TERRENALESTodas las autoridades que gobiernan el mundo han sido establecidas por Dios. En su oración al Señor, Daniel reconoció que es el Yo Soy quien quita y pone a los reyes. Presidentes, ministros, reyes, congresistas, alcaldes, gobernadores, senadores, procuradores, magistrados, jueces, policías, pastores, todos ejercen sus oficios porque así lo dispuso el Dios Soberano. Por esa razón el apóstol Pablo escribe: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Ro. 13:1). La única excepción a esta regla es cuando obedecer a las autoridades terrenales implique que nuestra obediencia a Dios se vea comprometida, como en el caso de Pedro y Juan, cuando tan osadamente exclamaron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hch. 4:19), y más tarde vuelven a decir: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 5:29).
En las Escrituras vemos que la soberanía de Dios prevaleció sobre los reyes de la tierra al endurecer el corazón de faraón (Éx. 7:2-3), y al despertar el espíritu de Ciro (Esd. 1:1). “¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece” (Ro. 9:14-18).
LA ELECCION SOBERANA DE DIOS
El Dios Soberano ejerce su derecho de escoger sobre quienes mostrará su misericordia divina. Uno de los sentidos en los cuales Dios lleva a cabo su elección soberana es la elección vocacional (siendo los otros dos: elección teocrática y elección para salvación), por medio de la cual comisiona a ciertos individuos para cumplir un propósito específico. Algunos ejemplos son Abraham (Gn. 12:1-4), Moisés (Éx 3:4, 9 y 10), David (1 S. 16:7, 12 y 13), Isaías (Is. 6:5-8) y los apóstoles (Lc. 6:12-16).
Dios, en su soberanía absoluta, no solo escoge a un grupo de personas para que lleven a cabo Sus propósitos divinos, sino que también ha escogido a quienes han de ser salvos. Los seres humanos no regenerados, en virtud de su condición caída, no pueden hacer el bien, ni buscar a Dios (Ro. 3:10-11, 8:7; 2 Co. 4:4; 2 Ti. 2:25-26). El fundamento bíblico que sostiene la doctrina de la elección incondicional es concretamente sólido (Ro. 8:29-30; Ro. 9:18-24; Ef. 1:3-6, 11-12; Mt. 25:34).
En conclusión, podemos decir que el Dios soberano gobierna de manera suprema sobre todas las cosas, visibles e invisibles, las que están en la tierra y las que están en los cielos, y en los cielos de los cielos. Desde los arcángeles hasta los insectos, todo cuanto existe está sometido al gobierno de Dios. Cada acontecimiento, tanto en el cielo como en la tierra, forma parte del plan soberano de Dios. Todos los sucesos ocurren porque Él así lo permite. “Mi consejo permanecerá…Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré,” dice el Señor. ¿Quién puede detener la mano del Todopoderoso? Porque Jehová también dice por medio del profeta Isaías: “Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?” (Is. 43:13).
Es mi oración que este recurso estimule tus afectos por la Palabra de Dios, sea de edificación para tu alma, te ancle en el conocimiento de la verdad y redunde en tu crecimiento espiritual. Hasta el próximo miércoles.
En Cristo,
Winston Williams
Iglesia Biblica Vida Real.
Pembroke Pines, Florida